domingo, 7 de octubre de 2012

Deportivo Cali acelera su salida a vacaciones

La promesa hecha en los cuarteles de Pance era la de comenzar la remontada en la tabla de posiciones, es decir, sumar 13 o 14 puntos de los 18 que quedaban, para poder aspirar a la clasificación a los cuadrangulares semifinales.

Y las cuentas alegres que se hacían en todos lados apuntaban a que en casa había que ganar nueve de nueve, y que por fuera se necesitaban de cuatro o cinco puntos para estar en la fiesta grande de la Liga.

Con esas cuentas y con cierto aire de optimismo y mucha confianza, el onceno verdiblanco saltó el sabado en la noche al gramado del Pascual para enfrentar al Deportivo Pasto. Pero ese inesperado, lacerante y mortal 0-1 conque se liquidó el partido ante los nariñenses, descuadró todo.

La debacle hizo añicos las promesas, los pronósticos, el optimismo y, si se quiere, los sueños e ilusiones de jugadores y aficionados. El presente del Deportivo Cali en cuanto a su clasificación es tan oscuro como su inmediato futuro. En plata blanca, para estar en los cuadrangulares debe hacer 15 de 15. Ganar los cinco partidos que le quedan en esta fase del torneo.

La pregunta es: ¿con el fútbol que está mostrando el Deportivo Cali le alcanzará para la hazaña? Difícil, muy difícil.

 

NO FUE CLARO


El Cali se encontró con un Pasto que amontonó muchos hombres en el mediocampo y que contragolpeó cuando el local le dio el balón y los espacios.

Los azucareros fueron incapaces de derribar ese muro que empleó la visita. Domínguez fue intermitente, Marín no sale de su bajón, y Perea y Biscayzacú poco entraron en contacto con el balón.

El Pasto en cambio, agazapado en su sector, esperó pacientemente el error de un Deportivo Cali que desesperadamente buscaba el camino para llegar al arco de Cuadrado.

Y el error apareció en el minuto 83. Una defensa descuadernada permitió que Arlington Murillo maniobrara, pero en plena área caleña llegó la falta de Édgar Zapata y la sanción de un tiro penal que dejó fríos a los pocos aficionados.

El cobro fue impecable de parte de Víctor Zapata, quien dejó parado a Mondragón. El 0-1 golpeó durísimo a los jugadores, pero también a la afición que vio cómo su equipo ponía en su propia casa una altísima cuota para su eliminación.

Los minutos finales fueron un sufrimiento. El Cali lo intentó, pero estaba bloqueado mental y futbolísticamente. El visitante, para desespero del local, se recogió atrás y aguantó hasta el pitazo final para llevarse una gran victoria del sanfernandino.

La derrota pone al Cali contra la pared. Los plazos se le acaban a pasos agigantados. Sólo un milagro, que sería ganar los cinco partidos que le quedan, lo puede llevar a las semifinales. El problema es que el fútbol no le alcanza, no lo acompaña para lograr lo que sería una hazaña.

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